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Trastornos del sueño en niños: cómo identificarlos y prevenirlos

Los trastornos del sueño en niños son más frecuentes de lo que parecen. Según los expertos, una de cada cuatro visitas al pediatra está relacionada con este tipo de patologías. Y, si bien insomnio infantil es el problema más habitual, existen muchos otros que pueden afectar al desarrollo del menor y a su calidad de vida.

En este artículo se explican algunos de los trastornos de sueño infantil más habituales, sus síntomas y algunos mecanismos para prevenirlos.

Principales síntomas de trastornos del sueño en niños

Uno de los principales problemas en los trastornos del sueño infantil es identificar cuando se trata de una auténtica patología y cuando de una simple dificultad para dormir. Esto es así por dos motivos. Por un lado, el amplio listado de trastornos del sueño en la infancia (más de 100 tipificados) y sus correspondientes síntomas. Por otro, la propia personalidad del niño, que a veces complica la distinción de una patología de un rasgo propio de su personalidad (el hecho de que sea más inquieto, más perezoso, más activo, etc.).

En cualquier caso, los siguientes síntomas son bastante habituales en niños con trastornos de sueño. En este sentido, identificar varios de ellos en el menor podría ser indicativo de que el menor sufre alguna patología.

Síntomas frecuentes:

  • Falta de concentración
  • Disminución del rendimiento académico
  • Agresividad
  • Hiperactividad
  • Dolores de crecimiento
  • Caídas frecuentes
  • Cambios frecuentes en el estado de ánimo
  • Dolores de cabeza
  • Somnolencia diurna
  • Miedo a la hora de irse a la cama
  • Exceso de movimiento durante el sueño
  • Dificultad para dormir o para despertarse
  • Ronquidos nocturnos
  • Despertares frecuentes durante el sueño
  • Excesiva irritación al despertar
  • Mejora de conducta cuando duerme más

Tipos de trastornos del sueño en niños

En función de sus síntomas principales, podemos identificar los siguientes trastornos del sueño.

Insomnio Infantil

El insomnio aparece cuando el menor tiene una dificultad constante para quedarse dormido o bien para mantener el sueño y su calidad a lo largo de la noche, aún cuando se cumplen todas las condiciones para favorecer su descanso.

Ciertas actividades diurnas, como dormir largas siestas o consumir cafeína, pueden favorecer el desarrollo de esta patología. No obstante, en la mayoría de los casos se trata de un trastorno conductual: el niño es incapaz de quedarse dormido si no están sus padres, por lo que reclama su atención repetidamente (lloran, se inventan excusas de última hora para no ir a la cama, demandan comida o bebida, etc.).

En el artículo de CogniFit Insomnio en niños podéis encontrar una descripción más exhaustiva de este trastorno, así como las principales vías para remediarlo.

Síndrome de piernas inquietas

Como su propio nombre indica, se caracteriza por el movimiento compulsivo de las piernas durante el sueño. Este tipo de trastorno impide que el niño tenga un descanso reparador, lo que provoca esté agotado durante el día y disminuya su capacidad de concentración. Suele estar relacionado con una higiene del sueño inadecuada.

Alteraciones de ciclo

En este caso, el niño sí duerme, pero no lo hace en los momentos adecuados. Normalmente, la patología más habitual es la que se conoce como “Fase de sueño retrasada”: el menor tiene dificultad para quedarse dormido por la noche y para despertar por las mañanas. Este tipo de trastorno es más habitual en adolescentes que, normalmente, retrasan en torno a dos horas el momento apropiado de irse a la cama, lo que se traduce en una somnolencia diurna excesiva.

En sentido inverso, existe también el trastorno conocido como “Fase del sueño adelantada”, cuando el menor se queda dormido antes de lo deseado.

Trastornos respiratorios

La más habitual es la apnea, asociada a ronquidos y microdespertares que generan un sueño intranquilo y desestructurado en el menor. Esto se traduce en somnolencia diurna, irritabilidad, hiperactividad, disminución del rendimiento escolar, etc. En estos casos es fundamental acudir a un especialista, ya que la patología puede deberse a factores anatómicos o neurológicos.

Parasomnias

Los terrores nocturnos, el sonambulismo, el habla durante el sueño, las pesadillas o la confusión al despertar son algunos de los síntomas más habituales de este tipo de alteración. Solo en los casos más graves, con riesgo de lesión, se recomienda el tratamiento farmacológico.

La Clínica del sueño Estivill analiza más en detalle este tipo de patologías en su artículo Parasomnias en niños y adultos.

Hipersomnia

En oposición al insomnio, se trata de una alteración que impide al menor mantenerse despierto. En los casos más graves puede producir alucinaciones, cataplejía o ataques de sueño repentinos (el menor se queda dormido sin pretenderlo). Es lo que se conoce como narcolepsia.

Prevención de trastornos del sueño en niños

Como indicábamos más arriba, en el caso de detectar varios de los síntomas habituales en este tipo de patologías, es importante acudir a un especialista para realizar un seguimiento continuo de los patrones de sueño del menor.

En cualquier caso, existen una serie de pautas para favorecer una correcta higiene del sueño en el menor que pueden ayudar a prevenir este tipo de trastornos o bien a reducirlos en los casos más leves.

  • Crear una rutina para acostumbrar al menor a irse a la cama y despertarse todos los días a la misma hora. Es importante que esta rutina empiece pronto y que incluya actividades recurrentes que inciten al sueño: ducharse, cenar, leer un cuento. El niño asociará este ritual al momento de descanso.
  •  Cenar pronto (al menos dos horas antes de irse a la cama) y ligero para favorecer las digestiones y el descanso.
  • Evitar el consumo de cafeína, así como un exceso de líquidos antes de ir a la cama para impedir que el niño se despierte en mitad de la noche con necesidad de acudir al baño.
  • Usar la cama solo para dormir. Si es posible, es interesante diferenciar el dormitorio del espacio de juegos.
  • Crear un entorno agradable y relajante en el dormitorio del menor (con poca luz, temperatura suave en torno a los 20º, colores cálidos, etc.)
  • Evitar el uso de aparatos electrónicos (televisión, tablets, videojuegos) al menos una hora antes de dormir.
  • Intentar que los horarios se mantengan durante el fin de semana para evitar desajustes de ciclo.
  • Durante el día, el menor debe tener una vida activa, realizando deportes y actividades al aire libre.
  • No dormir siestas excesivamente largas.
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